martes, 31 de marzo de 2009

Etiquetas adhesivas para impresora Folder

Recurriré al tópico esta vez, porque aquello de “lo barato sale caro” encaja a la perfección con este producto. Solo seis eurillos y pico me costaron estas cien etiquetas adhesivas tamaño DINA4 para impresora, pero cada vez que las he tenido que utilizar me he cagado en todos los muertos del fulano que -no sé si por ahorrar en tinta o por simple estupidez- decidió que la superficie de ambos lados de cada una de las hojas tuvieran exactamente el mismo color y aspecto. De esta forma, no solo las posibilidades de imprimir las etiquetas por la cara equivocada son muy altas, es que además, una vez impresas, como no hay ninguna marca que indique dónde se encuentran los cortes que ayudan a retirar el papel protector del adhesivo, esta tarea se convierte en una desesperante y tediosa broma de mal gusto.

Lo cierto es que, antes de comprarlas, como la caja que las contenía venía retractilada en plástico transparente, pregunté al dependiente de la sucursal de Folder por el color del dorso de las hojas, pero el tío me miró con esa cara que pone que indica que le estás pareciendo un tiquismiquis cicatero y venció mis reticencias. Antes trabajaba en este comercio una brasileña rubia que respondía con amabilidad a todas mis preguntas y antes de ella un marroquí también bastante majete. Pero este tío ya me ha vendido un taco de cajas slim de poliestireno cristal para DVD que se jodían una de cada dos veces que las abrías, unas minas para portaminas que luego eran mucho más blandas de lo indicado en la etiqueta y ahora estas casi inútiles hojas adhesivas. Siempre con el truco de hacerse el molesto o el ignorante cuando le solicito especificaciones técnicas.

Es cierto que no siempre se requiere la excelencia y por eso creo que las papelerías de productos baratos pueden ser útiles si los empleados son lo suficientemente espabilados para recomendarte lo adecuado a tus necesidades. Pero sin personal instruido, uno ahorra unos céntimos al mismo tiempo que consigue problemas que suponen un gasto de algo más valioso: tiempo y esfuerzo.

Por supuesto, he vuelto a ser cliente de la papelería del barrio.

(Actualización: Gracias a un comentario anónimo me he dado cuenta de que el comercio del que hablo, lógicamente, se trata de una sucursal de Folder y no de Carlin como había apuntado en primer lugar. Ya lo he corregido. No estoy seguro, pero juraría que cuando la tienda tenía los otros dependientes que menciono sí que era un Carlin)