martes, 24 de julio de 2007

Oficina virtual de Gas Natural

Junto a la factura del gas me envían publicidad de la oficina virtual de Gas natural. Intento darme de alta. Me piden los últimos nosecuántos números de la factura, de mi NIF, de mi número de cuenta, de mi póliza y de más cosas que no sé ni lo que son. Tres pantallas de datos que tengo que buscar en papeles e introducir en sus casillas. Cuando acabo de rellenarlas y consigo darle al último botoncito de aceptar sale una pantalla con un rótulo que dice “LO SENTIMOS, NO PODEMOS ATENDERLE EN ESTE MOMENTO”. Vaya banda. Tantos años dando largas por teléfono con esa muletilla que ya no pueden deshacerse de ella y la utilizan hasta para cuando falla un servicio automático que es evidente que no depende en absoluto de si hay alguna persona para atenderme en ese momento. Busco un contacto para avisarles del bug (suponiendo que lo sea) y me sale otra pantalla que me pide mi CUPS y de nuevo mi NIF. Los introduzco (después de enterarme de qué cojones era eso de mi CUPS). Ahora me dicen que no estoy dado de alta en el servicio con lo que no puedo preguntar ni informar de ninguna incidencia. Vale, majos. Seguid enviándome la factura en papel y seguid enviándome a leer el contador al maleducado que martillea el timbre de mi puerta como un histérico una vez cada dos meses.

martes, 17 de julio de 2007

Wetherspoon panino

Esto es lo que te sirven en el pub de la cadena Wetherspoon del aeropuerto londinense de Heathrow cuando pides un bocadillo de mozarella y tomate al pesto de cuatro libras (unos seis euros). Como se puede apreciar en la foto, la cantidad de queso incluida ocupa poco más que la uña de mi dedo índice. Por supuesto, los responsables del establecimiento, conscientes de su condición de estafadores, obligan a pagar al cliente antes de que pueda ver ni de lejos el producto.

sábado, 7 de julio de 2007

Libros defectuosos


Como todos sabemos, el 90% de los libros que se editan en el mundo no se venden. Pero es que, además, yo estoy convencido de que el 90% de los que se venden por estos lares tampoco se leen. Por eso el control de calidad del producto final es inexistente y los errores de impresión tan numerosos: porque, al fin y al cabo, poquita gente va a darse cuenta de ello. De hecho, el caso de los bloques de páginas sustituídos por otros que comentaba en la primera entrada de este blog no es ningún hecho aislado. Sólo en los dos últimos años y sólo teniendo en cuenta los libros que me estaba leyendo, me he tropezado otras tres veces con esa misma molesta situación. Me ha sucedido con “Cuando éramos jóvenes” de Jose María Íñigo, con “El novio del mundo" de Felipe Benítez Reyes y con “El cine según Hitchcock” de Francois Truffaut. Sólo en el último caso pude intercambiar el ejemplar por otro en buen estado; los otros dos libros -que conservo- nunca he podido terminar de leerlos.

jueves, 5 de julio de 2007

Sony DCR-HC96E

Me compré esta videocámara porque la PC101, el modelo que me robó un brasileño en el metro estas navidades, ya no se fabrica y, como estaba contento con su robustez (con la de la cámara, no con la del brasileño), me incliné de nuevo por Sony. Este modelo ofrecía aparentemente similares prestaciones al anterior, pero su carcasa está fabricada de un plástico que simula ser metal como de juguete asqueroso y, a simple vista, ya parecía mucho más endeble. Me ha durado cuatro meses. Después de un pequeño golpe el selector de modos -es decir, un interruptorcillo cutre mucho peor diseñado que el precedente- no funciona. Me entero de que el servicio técnico central de Sony ya no está en la calle Bravo Murillo de Madrid, donde hace años te arreglaban todo rápido y bien sin tocarte mucho los cojones. Resulta que se han trasladado a Barcelona y ya me conozco la movida si uno no puede desplazarse hasta allí. En los servicios autorizados siempre te ponen todo tipo de pegas para aceptarte la garantía. Efectivamente, recurro a uno y lo del pequeño golpe se considera mal uso. La reparación vale la cuarta parte de lo que me costó la cámara. Me cago en todos los dioses. Y, por supuesto, incluyo a Sony en esa categoría, claro.

miércoles, 4 de julio de 2007

Mi último suspiro

Este libro de memorias de Luis Buñuel escrito por Jean-Claude Carrière me estaba resultando francamente interesante. Pero la lectura se me ha interrumpido de manera brusca porque le faltan las páginas 176 a 209, que han sido sustituídas por una repetición del bloque de páginas que van de la 98 a la 127. No puedo devolverlo a la librería porque, al ser un regalo, no sé dónde fue comprado ni conservo el ticket de compra. En la web de Mondadori facilitan sólo el contacto de su webmaster. Llamo por teléfono y me dicen que no tienen departamento de atención al cliente, pero que vuelva a llamar de 8 a 13 h. de lunes a viernes y hable con "librerías". Lo haré.